Propuesta educativa de las escuelas Salesianas

Nuestra tarea educativa se funda en una visión humanista integral de la persona desde una perspectiva cristiana. Así:

  • Confiamos en que el desarrollo personal supone la aceptación de la propia realidad física y emocional y la apertura al diálogo con Dios en la interioridad profunda.
  • Apostamos por una visión comunitaria de la persona, construida sobre relaciones que se basan en el respeto, la colaboración y la donación. Esta concepción y estas actitudes se hacen extensibles a todo lo creado.
  • Creemos en el poder de la vocación de cada ser humano, esto es, en la capacidad de aportar algo precioso al mundo para que este sea un lugar más justo y más materno.

Por todo ello, en nuestra escuela queremos formar una persona que:

  • Desarrolla hábitos saludables, se valora y se cuida.
  • Posee inteligencia intrapersonal e interpersonal para establecer relaciones y vínculos afectivos positivos.
  • Conoce sus emociones y las expresa e integra en su personalidad con madurez.
  • Tiene unos conocimientos culturales, tecnológicos y multilingües que le permiten interpretar el mundo en sus paradigmas actuales con sentido crítico.
  • Trabaja en equipo y coopera con los demás.
  • Vive desde una libertad responsable.
  • Actúa con solidaridad y compasión, trabaja por la justicia y muestra preferencia por el débil para ejercer una ciudadanía global activa y comprometida, basada en los valores de convivencia democráticos y en la cultura del amor y de la vida.
  • Cultiva la alegría y descubre oportunidades de crecimiento en todas las situaciones de la vida.
  • Observa la realidad con un enfoque creativo, innovador y emprendedor que le permite integrarse en el mundo de forma constructiva.
  • Se adapta con éxito a diferentes situaciones y a los procesos de cambio que en ellas pudieran darse.
  • Acoge la realidad que le rodea con actitud de respeto, asombro y contemplación.
  • Desarrolla y vive su interioridad y afronta los interrogantes profundos de la existencia con apertura y honestidad.
  • Es capaz de discernir con sentido crítico y ha madurado una voluntad libre y responsable.
  • Conoce la fe cristiana y ha tenido experiencia de diálogo con el Dios de Jesús de Nazaret.

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