CONTIGO nos habla de la centralidad de la persona, de su protagonismo, señala a la persona dentro de un grupo…  

CONTIGO presencia, sinodalidad, de creer que Juntos mejor que solos 

un CONTIGO que nos lleva a la presencia del SEÑOR, a su estar en nuestras vidas… Una presencia que es capaz de sacar lo mejor de nosotros, porque es capaz de ver lo mejor de cada uno de nosotros. Una presencia que nos mira con ternura y cariño, que es mirada y presencia de amor en nuestras vidas. Por eso la T de CONTIGO parece ser una cruz… 

CONTIGO es, al mismo tiempo, una invitación a hacernos el «contigo» de los otros de los que están cerca y de los que nos pillan un poco más lejanos. 

Se refiere también a CADA UNO/A (niño/a, joven, adulto…). Cada uno de los que formamos la Comunidad Educativa porque… Todos somos necesarios para hacer un mundo mejor. 

CONTIGO supone encuentro, un latir juntos, de forma acompasada por un mismo ideal. Y en el símbolo de las manos vemos una mano adulta es la mano de María, de la Madre que acompaña, auxilia y derrama sobre nuestros niños y jóvenes el amor de su Hijo. Ella lo ha hecho y lo sigue haciendo todo. Y en su mano están representadas tantas manos auxiliadoras de mujeres y hombres, educadores salesianos que estuvieron, están y estarán al frente de nuestras obras (Hijas de María Auxiliadora, animadores de los centros juveniles, miembros de nuestras Comunidades educativas, educadores sociales, Salesianos Cooperadores y miembros de todos los grupos de la Familia Salesiana que colaboran en la formación del corazón de nuestros destinatarios). 

La mano más pequeña simboliza la infancia y la juventud sin la que el corazón salesiano no sería pleno. En las manos de los pequeños y los jóvenes están las semillas de Reino, ellos dan forma a un corazón que late al estilo de Don Bosco y Madre Mazarello. 

La unión de ambas manos hace referencia a nuestro estilo educativo. Este gesto quiere ser un guiño a nuestra amorevolezza, un modo de ser y de estar, una manera sencilla y entrañable de relacionarnos. La amorevolezza es una palabra que surge de la combinación de dos términos: «amor» y «benevolencia» o «amabilidad». La amorevoleza se manifiesta en el trato respetuoso y afectuoso, en el cuidado y la atención personalizada, en la paciencia y el entendimiento hacia las necesidades individuales de cada persona. Y todo ello nace sentirnos corresponsables de aquel A ti te las confío, impulsados siempre por el amor incondicional que Dios nos tiene, representado en el corazón que se forma al unir las manos.