Gracias y adiós

Es la hora de decir GRACIAS y ADIÓS.
Son muchos los años vividos en este colegio.
Después de un inicio, siempre viene un final.
El tiempo ha pasado volando, los días se han convertido en años casi sin darme cuenta.
Sois muchos los alumnos a los que he tenido como tutora; a otros os conozco por jugar con vosotros, por pararme a hablar, por corregiros y daros consejos…
Para mí ha sido un gran regalo comenzar y caminar junto a vosotros en vuestro proceso de aprendizaje: he conocido y animado vuestra curiosidad, interés, esfuerzo, frustraciones, alegrías y logros, pero, sobre todo, me ha encantado observar cómo ibais forjando vuestras personitas y vuestras primeras amistades.
Gracias por tantos momentos divertidos, por vuestras ocurrencias, travesuras ingeniosas, vuestra naturalidad, por vuestras miradas, besos y abrazos, por vuestra constancia por mejorar, vuestros logros conseguidos, vuestros esfuerzos y ganas de aprender y saber. Todo ello estará siempre guardado en mi corazón como un gran tesoro.
Gracias a todos los miembros de la comunidad educativa. Juntos hemos hecho camino y forjado estupendas personas en las que los valores salesianos son el distintivo y seña de identidad allá por donde vayan.
Gracias, familias, por vuestra cercanía, cariño y confianza depositada en mí para poder acompañar a vuestros hijos en su proceso educativo.
A lo largo de todos estos años, me he tenido que disfrazar y caracterizar de muchos personajes en las diferentes motivaciones o clausuras de proyectos, animaciones lectoras, fiestas y demás actividades, pero sí que os pido, por favor, que nadie me sustituya en uno que hice muy mío: “la bruja Piruja”, con el que jugaba a que me comía el culete de los más peques del cole corriendo detrás de ellos. Vuestras carreras y risas seguirán muy presentes en mi recuerdo.
Comienzo una nueva etapa en mi vida, siempre con ilusión, agradecimiento, ganas de seguir aprendiendo y enfrentándome a nuevos retos.
Si alguna vez nos encontramos, tened la certeza de que quien quiera encontrará mis brazos abiertos para abrazar, mi tiempo para escuchar y la alegría de saber de vosotros y vuestras familias.
Como he dicho antes, siempre tendréis un lugar especial en mi corazón y no dejéis nunca de tener curiosidad por aprender y superar obstáculos.
Que María Auxiliadora nos bendiga a todos y vivamos cada día como un regalo.
Con todo mi cariño:
Cristina